Colombia es escenario de un movimiento indígena que se ha convertido en referente para diferentes procesos de organización social en Latinoamérica. Tomando en cuenta el último censo poblacional del año 2018, el 4,4 por ciento de la población se reconoce como indígena, es decir, 1.905.617 personas sobre un total de 48.258.494 habitantes. Esta población pertenece a 115 pueblos distintos y, además, en el país se conservan 65 lenguas originarias, adscritas a 13 familias lingüísticas. El departamento con mayor presencia indígena es La Guajira con 394.683 habitantes, seguido por el Cauca con 308.455 personas.
Es precisamente en el Cauca en donde el movimiento indígena se ha consolidado con más fuerza. Su crecimiento se remonta al surgimiento del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), en 1971, en un contexto de luchas populares y, en especial, de luchas agrarias. Sus principios se centran en Unidad, Tierra y Cultura, y más tarde se sumaría la Autonomía. Sus orientaciones estaban encaminadas a recuperar las tierras de los resguardos, fortalecer los cabildos indígenas, no pagar terraje, hacer conocer las leyes indígenas, exigir su justa aplicación, defender la historia, la lengua y las costumbres, y “formar profesores para educar de acuerdo a la situación de los indígenas y en su respectiva lengua”.
Dentro de estas luchas la educación se definió como un campo fundamental de la dinámica organizativa: hacer educación era hacer política y hacer política era hacer educación. Hoy, más de 50 años después, el movimiento indígena ha consolidado un concepto elaborado por las comunidades organizadas como lo es la Educación Propia. Este concepto ha guiado la estructuración de una política pública nacional de y para Pueblos Indígenas que no tiene réplica en ninguna otra región: el Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP). A este recorrido, que inició en el Consejo Regional Indígena del Cauca, vamos a referirnos ahora.
Unos años después, en 1978, nació formalmente el Programa de Educación Bilingüe del CRIC. Las bases del proyecto se centraron en el abordaje crítico del papel que jugaba la escuela oficial, percibida por las comunidades indígenas como un espacio ajeno que desintegraba su lengua y su cultura con el objetivo de transformarlas. En esta perspectiva, las comunidades se apropiaron de la escuela prestada y la convirtieron en una escuela comunitaria, la asumieron como un espacio de lucha, una plataforma para pensar y hacer una educación desde adentro. La escuela no era pensada en sí misma, sino en relación con el logro de un fortalecimiento político de toda la comunidad a través de ella.
Adicionalmente, las primeras escuelas del CRIC tuvieron lugar en las comunidades donde se estaban dando procesos de recuperación de tierras para afianzar el camino organizativo. En esta escuela propia, un eje central fue la formación de maestros y maestras comunitarios, que venían de las primeras semillas de liderazgo y que luego se convertirían en los primeros maestros bilingües. Estas personas no habían estudiado formalmente para ser maestros, pero eran líderes conocedores y comprometidos con las problemáticas de sus pueblos. Para la organización y sus propósitos, estas personas eran idóneas y pilares de resistencia para generar otras formas de hacer educación.
Este proyecto alternativo de educación desde los Pueblos Indígenas, se identificó hace más de 40 años como Educación Propia y fue parte de otras iniciativas a nivel latinoamericano orientadas a la valoración de las culturas y lenguas indígenas. Un elemento diferencial fue la centralidad del carácter político y el principio de autonomía como eje orientador de los procesos educativos. Entonces, la Educación Propia se definió como un concepto ligado más con las nociones de pertinencia y autonomía que con la de propiedad. En este sentido, se concibió que era propia porque los pueblos tenían el control de los enfoques y contenidos de un proyecto educativo articulado a un perfil específico de sociedad, comprometido con el rescate de las culturas e identidades indígenas y las luchas políticas por el Buen Vivir.
A finales de los años 90, el Consejo Regional Indígena del Cauca definió el desarrollo del Sistema Educativo Propio, desde donde se reconocían los diversos procesos formativos de las comunidades más allá de la escuela. Al mismo tiempo, se identificaba los niveles de orientación y acción para operativizar la Educación Propia con la participación de autoridades, estructuras organizativas y comunidad. A nivel nacional, este Sistema se posicionó en 2009 a través de la participación en la Comisión Nacional de Trabajo y Concertación para la Educación de los Pueblos Indígenas (CONTCEPI), creada en 2007 como un espacio para la construcción concertada de los lineamientos de política pública para los Pueblos Indígenas del país.
De este modo, el Sistema Educativo Propio tomó el nombre de Sistema Educativo Indígena Propio para que en ese ámbito se diferenciara de otros sistemas propios que podrían surgir, pero que no eran necesariamente indígenas. Desde allí se inició la construcción de un perfil del SEIP desde los diferentes pueblos participantes para, posteriormente, avanzar en la construcción de una norma que garantizara el derecho fundamental a la Educación Propia de los 115 Pueblos Indígenas actualmente reconocidos en Colombia. En 2024, con la protocolización del articulado de la norma, Colombia se convirtió en el primer país de América en reconocer el derecho fundamental a una educación que respete las particularidades sociales, culturales, lingüísticas y territoriales de los Pueblos Indígenas.
En efecto, algunos de los principales avances organizativos se encuentran representados en el desarrollo de sistemas que orientan la política y la atención de las diferentes necesidades de las comunidades: el Sistema de Salud Propia Intercultural (SISPI), el Sistema de Autoridad Territorial Económica Ambiental (ATEA), el Sistema de Administración y gestión Propia (SAP), el Sistema de Gobierno Propio (SGP) y el mismo Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP) están amparados por políticas públicas diferenciales.
Desde la Educación Propia, se reconoce la existencia de muchos modos, tiempos y espacios que no necesariamente pasan a través de la Escuela, aunque la Escuela sea también un camino fundamental que asumen las organizaciones indígenas. Hoy existe una universidad indígena de carácter especial en el país, la Universidad Autónoma Indígena Intercultural, (UAIIN), en los territorios caminan procesos de formación de mujeres, de jóvenes, de guardia indígena, de formación cultural, de semilleros lingüísticos, de centros de formación e investigación, de escuelas políticas, de iniciativas para jóvenes y adultos, y de tejidos de sabiduría ancestral. Este entramado ha sido posible por las luchas que ampliaron el horizonte del significado de educación desde un proyecto político orientado hacia el Buen Vivir.
En consecuencia, el Sistema de Educación Indígena Propia ha contribuido a sembrar decenas de avances fundamentales para las organizaciones indígenas en Colombia: la búsqueda y encuentro con las raíces culturales de los pueblos; el reconocimiento, valoración y uso de las lenguas originarias; la investigación y puesta en práctica de diversas pedagogías comunitarias desde el territorio como raíz; el rescate de estructuras colectivas de gobernabilidad; la comprensión, conceptualización y vivencia desde las lenguas y el pensamiento de los Pueblos Indígenas; y, sobre todo, el reconocimiento de que es posible construir una educación desde adentro, que corresponda con las luchas de los Pueblos Indígenas y sus organizaciones.
Libia Tattay Bolaños es Antropóloga por la Universidad Nacional de Colombia y Magister en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO Ecuador). Ha brindado apoyo pedagógico al Consejo Regional Indígena del Cauca desde el Programa de Educación Bilingüe Intercultural y la Universidad Autónoma Indígena e Intercultural.
Es precisamente en el Cauca en donde el movimiento indígena se ha consolidado con más fuerza. Su crecimiento se remonta al surgimiento del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), en 1971, en un contexto de luchas populares y, en especial, de luchas agrarias. Sus principios se centran en Unidad, Tierra y Cultura, y más tarde se sumaría la Autonomía. Sus orientaciones estaban encaminadas a recuperar las tierras de los resguardos, fortalecer los cabildos indígenas, no pagar terraje, hacer conocer las leyes indígenas, exigir su justa aplicación, defender la historia, la lengua y las costumbres, y “formar profesores para educar de acuerdo a la situación de los indígenas y en su respectiva lengua”.
Dentro de estas luchas la educación se definió como un campo fundamental de la dinámica organizativa: hacer educación era hacer política y hacer política era hacer educación. Hoy, más de 50 años después, el movimiento indígena ha consolidado un concepto elaborado por las comunidades organizadas como lo es la Educación Propia. Este concepto ha guiado la estructuración de una política pública nacional de y para Pueblos Indígenas que no tiene réplica en ninguna otra región: el Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP). A este recorrido, que inició en el Consejo Regional Indígena del Cauca, vamos a referirnos ahora.
El camino hacia la educación propia
En los primeros días de la organización, las orientaciones educativas y la formación estaban centradas en la recuperación de tierras. Se buscaba que las comunidades reconocieran su situación, defendieran sus derechos y tuvieran un soporte para legitimar las acciones organizativas. Las capacitaciones analizaban la realidad de sus comunidades y territorios, sus modos de organización, la historia del país y de Latinoamérica, la legislación indígena nacional e internacional, las estructuras dominantes ligadas a la propiedad de la tierra e, indirectamente, ocurría un proceso de alfabetización pues muchos comuneros y comuneras no sabían leer ni escribir. La educación no estaba orientada a los niños y las niñas, sino a formar comunidades para hacer organización.Unos años después, en 1978, nació formalmente el Programa de Educación Bilingüe del CRIC. Las bases del proyecto se centraron en el abordaje crítico del papel que jugaba la escuela oficial, percibida por las comunidades indígenas como un espacio ajeno que desintegraba su lengua y su cultura con el objetivo de transformarlas. En esta perspectiva, las comunidades se apropiaron de la escuela prestada y la convirtieron en una escuela comunitaria, la asumieron como un espacio de lucha, una plataforma para pensar y hacer una educación desde adentro. La escuela no era pensada en sí misma, sino en relación con el logro de un fortalecimiento político de toda la comunidad a través de ella.
Adicionalmente, las primeras escuelas del CRIC tuvieron lugar en las comunidades donde se estaban dando procesos de recuperación de tierras para afianzar el camino organizativo. En esta escuela propia, un eje central fue la formación de maestros y maestras comunitarios, que venían de las primeras semillas de liderazgo y que luego se convertirían en los primeros maestros bilingües. Estas personas no habían estudiado formalmente para ser maestros, pero eran líderes conocedores y comprometidos con las problemáticas de sus pueblos. Para la organización y sus propósitos, estas personas eran idóneas y pilares de resistencia para generar otras formas de hacer educación.
Este proyecto alternativo de educación desde los Pueblos Indígenas, se identificó hace más de 40 años como Educación Propia y fue parte de otras iniciativas a nivel latinoamericano orientadas a la valoración de las culturas y lenguas indígenas. Un elemento diferencial fue la centralidad del carácter político y el principio de autonomía como eje orientador de los procesos educativos. Entonces, la Educación Propia se definió como un concepto ligado más con las nociones de pertinencia y autonomía que con la de propiedad. En este sentido, se concibió que era propia porque los pueblos tenían el control de los enfoques y contenidos de un proyecto educativo articulado a un perfil específico de sociedad, comprometido con el rescate de las culturas e identidades indígenas y las luchas políticas por el Buen Vivir.
El primer país americano en reconocer el derecho a la educación propia
Otro de los elementos centrales que aportó a los avances de la Educación Propia en Colombia fue el Proyecto Educativo Comunitario (PEC), que se hizo extensivo no sólo a las comunidades indígenas, sino también a otros grupos étnicos como el Pueblo Rom y los afrodescendientes. El PEC implicó la elaboración de lineamientos educativos desde la dimensión comunitaria y reorientó la educación en función de las perspectivas de las culturas y las comunidades locales. Cuando surgió, en 1996, se enfocó en la educación escolarizada, que era el escenario educativo más visible para las comunidades. Sin embargo, sus principales objetivos eran superar la concepción de la escuela como único entorno de formación y vincular la educación a los proyectos de vida de las comunidades.A finales de los años 90, el Consejo Regional Indígena del Cauca definió el desarrollo del Sistema Educativo Propio, desde donde se reconocían los diversos procesos formativos de las comunidades más allá de la escuela. Al mismo tiempo, se identificaba los niveles de orientación y acción para operativizar la Educación Propia con la participación de autoridades, estructuras organizativas y comunidad. A nivel nacional, este Sistema se posicionó en 2009 a través de la participación en la Comisión Nacional de Trabajo y Concertación para la Educación de los Pueblos Indígenas (CONTCEPI), creada en 2007 como un espacio para la construcción concertada de los lineamientos de política pública para los Pueblos Indígenas del país.
De este modo, el Sistema Educativo Propio tomó el nombre de Sistema Educativo Indígena Propio para que en ese ámbito se diferenciara de otros sistemas propios que podrían surgir, pero que no eran necesariamente indígenas. Desde allí se inició la construcción de un perfil del SEIP desde los diferentes pueblos participantes para, posteriormente, avanzar en la construcción de una norma que garantizara el derecho fundamental a la Educación Propia de los 115 Pueblos Indígenas actualmente reconocidos en Colombia. En 2024, con la protocolización del articulado de la norma, Colombia se convirtió en el primer país de América en reconocer el derecho fundamental a una educación que respete las particularidades sociales, culturales, lingüísticas y territoriales de los Pueblos Indígenas.
El reconocimiento del Estado colombiano
Uno de los elementos que ha caracterizado la dinámica organizativa y educativa del movimiento indígena en Colombia ha sido la permeabilidad del Estado, que se ha traducido en el reconocimiento de una serie de derechos indígenas, como consecuencia directa de las luchas organizativas, los avances legales y las iniciativas construidas por las mismas organizaciones. Esto se ha reflejado en políticas y normativas diferenciales que amparan la autonomía y los derechos de los Pueblos Indígenas en diferentes campos: el territorio, la educación, la salud y la justicia propia.En efecto, algunos de los principales avances organizativos se encuentran representados en el desarrollo de sistemas que orientan la política y la atención de las diferentes necesidades de las comunidades: el Sistema de Salud Propia Intercultural (SISPI), el Sistema de Autoridad Territorial Económica Ambiental (ATEA), el Sistema de Administración y gestión Propia (SAP), el Sistema de Gobierno Propio (SGP) y el mismo Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP) están amparados por políticas públicas diferenciales.
Desde la Educación Propia, se reconoce la existencia de muchos modos, tiempos y espacios que no necesariamente pasan a través de la Escuela, aunque la Escuela sea también un camino fundamental que asumen las organizaciones indígenas. Hoy existe una universidad indígena de carácter especial en el país, la Universidad Autónoma Indígena Intercultural, (UAIIN), en los territorios caminan procesos de formación de mujeres, de jóvenes, de guardia indígena, de formación cultural, de semilleros lingüísticos, de centros de formación e investigación, de escuelas políticas, de iniciativas para jóvenes y adultos, y de tejidos de sabiduría ancestral. Este entramado ha sido posible por las luchas que ampliaron el horizonte del significado de educación desde un proyecto político orientado hacia el Buen Vivir.
En consecuencia, el Sistema de Educación Indígena Propia ha contribuido a sembrar decenas de avances fundamentales para las organizaciones indígenas en Colombia: la búsqueda y encuentro con las raíces culturales de los pueblos; el reconocimiento, valoración y uso de las lenguas originarias; la investigación y puesta en práctica de diversas pedagogías comunitarias desde el territorio como raíz; el rescate de estructuras colectivas de gobernabilidad; la comprensión, conceptualización y vivencia desde las lenguas y el pensamiento de los Pueblos Indígenas; y, sobre todo, el reconocimiento de que es posible construir una educación desde adentro, que corresponda con las luchas de los Pueblos Indígenas y sus organizaciones.
Libia Tattay Bolaños es Antropóloga por la Universidad Nacional de Colombia y Magister en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO Ecuador). Ha brindado apoyo pedagógico al Consejo Regional Indígena del Cauca desde el Programa de Educación Bilingüe Intercultural y la Universidad Autónoma Indígena e Intercultural.