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Amazonia, una oportunidad para la resistencia de la familia

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Amazonia, una oportunidad para la resistencia de la familia

Dimecres 26 Octubre 2022

Jorge Vélez Quevedo
Professor d’Art, especialista en Educació d’Adults i Metodología d’Educació Popular. Coordinador del projecte “TALLER VERD: iniciatives d'emprenedoria familiar per a la transformació i l'accés a un mercat just a nivell local i regional”
 

“No dejes que te roben la esperanza y la alegría”[1]
No son pocas las veces que la coyuntura social y política golpea tan fuerte a los sectores populares. En otras ocasiones la fortaleza la encuentran en sus organizaciones de base y en su organización comunal, pero esta vez, desde la pandemia, los movimientos sociales quedaron debilitados. En un primer momento, cuando los servicios se cerraron y todos buscaron refugiarse en la ciudad, las comunidades del Paranapura reaccionaron hábilmente para poder brindar atención a su población, protección en la alta montaña, “purgas curativas”[2], identificación de lugares abiertos y prohibición de visitantes foráneos.
A pesar de la disminución de casos de COVID en el sector rural, la respuesta del Estado y de los sectores del gobierno fue cómo recuperar su alicaída ineficiencia ignorando por completo las iniciativas populares, como la atención de los promotores de salud, la vigilancia de las juntas vecinales, el uso de plantas medicinales por sus propiedades antinflamatorias y el manejo ancestral existente. El gobierno “ausente” se centró en la adquisición de vacunas y en la contratación de personal sanitario de afuera, que muchas veces era portador de la enfermedad.
Sumado a ello, la educación formal pasó a la modalidad virtual, sin tener en cuenta que no existía cobertura de internet en el sector rural. Muchos profesores y líderes comunales hacían reuniones con alumnos para “repasar sus lecciones”, aun sabiendo que estaba prohibido. Pero aprendieron así a lavarse las manos y a usar mascarilla si tenían que ir a la ciudad.

En Julio del 2021, todos nos ilusionamos frente a las posibilidades que ofrecía un posible gobierno popular. Y ahora, tristemente, acabamos de celebrar el primer año y nos encontramos en una permanente inestabilidad política, responsabilidad, tanto del Poder Ejecutivo como del Congreso bajo la espada de Damocles de la corrupción. Esta situación impide que centremos los esfuerzos del país en responder a las situaciones que afectan la economía de los hogares, quedando paralizado el acceso a los servicios básicos y el bienestar de la población. En el ámbito de la sanidad, los puestos y centros de salud han replegado su servicio al mínimo, nadie vigila y a nadie le interesan las comunidades lejanas que están abandonadas, la deserción escolar se ha incrementado en un 40%, y la tan ofrecida cobertura de internet es casi un chiste de mal gusto del Estado, que reparte tabletas informáticas sin tener la conexión.
En nuestra realidad, hasta 2020 se había avanzado en tener una Federación[3] que aglutinaba a las comunidades, las cuales, con los recursos que se obtuvieron de la cooperación y del aporte de cada familia, hicieron actividades de apoyo a la situación de abandono de las poblaciones más alejadas, tanto para facilitar medicamentos como para llevar alimentos a poblaciones vulnerables (niños y ancianos). Así mismo, las asociaciones de comunidades, organizadas por sectores, reactivaron la Federación fortaleciendo las iniciativas de los líderes y empezando a promover la designación de líderes como autoridades comunales. Muchas de ellas realizaron gestiones para buscar el respaldo del Estado, sin embargo, no hubo respuestas de los sectores públicos estatales. La mayoría venía impulsando pequeños proyectos comunales con sus recursos, como es el arreglo de caminos, puentes y mejoras en la infraestructura escolar.   
A pesar de esa mirada de espaldas a la realidad rural, se realizaron intentos de buscar el reconocimiento de la participación ciudadana, como son los promotores de salud, que se habían reorganizado durante la pandemia, y solicitaron que se les reforzara su capacitación. Temían las secuelas del COVID en los ancianos. Para ello, con recursos propios, se realizaron talleres de formación para ver el tema de la nutrición de los adultos mayores, las familias asistieron a jornadas para recuperar el uso de las plantas medicinales, se tocaron las puertas del Ministerio de Salud y del de Cultura, se esperaban respuestas del Viceministerio de Interculturalidad. Pero nada, antes de ser atendidas estas peticiones, se realizaron cambios en gabinetes ministeriales. Tengamos en cuenta que, en el presente primer año de gobierno se han venido realizando siete cambios de gabinete ministerial. Y es sabido que con los cambios ministeriales hay rotación de cargos y se agudiza la ineficiencia en el funcionamiento del sector.

Los jóvenes productores de Taller Verde, perdieron las esperanzas de tener un manejo autónomo y de recibir por parte del Estado los préstamos o subvenciones que ofrecieron para la pequeña empresa. Se inscribieron, se aliaron entre ellos, pero fueron vistos con las anteojeras del olvido. Además, los bloqueos de las carreteras, que duraban semanas, impidieron la comercialización del chocolate, de los aceites y de los productos de madera. Y esta situación que puede desanimar a muchos, significó para ellos un nuevo despertar: ¿Cómo seguir teniendo esperanzas? Su respuesta fue crear ellos mismos las oportunidades con su familia. Y así fue: con calma, pero con mucha fuerza, definieron la nueva estrategia y que resumían así:
“Vamos como familias, si fracasamos vamos a poder levantarnos entre nosotros, no le debemos a otros, produciremos lo que podemos sacar al mercado, buscaremos nuestro mercado…”
Estas fueron las palabras mágicas que nos han hecho continuar: “Somos familias emprendedoras”. Con ellas vamos a salir adelante.
Los chocolates se convirtieron en una nueva marca que permitía comprometer e involucrar: “Chocolate Orgánico Paranapura”. Y también: las costureras arreglaron su casa y ofrecieron sus servicios de costura la vez que van formando a otras jóvenes, se promueven viveros forestales familiares, las piscigranjas para el consumo y la venta de peces, la producción de plantas medicinales cuando se requiere, y los carpinteros mejorarían sus acabados para aprovechar su capacitación y recursos.
Muchas veces nos preguntamos si estamos dejando lo que avanzamos en lo comunitario por lo individual. Pero los jóvenes emprendedores nos contestan: “Mirar a la familia fortalece una economía solidaria, si no podemos vender nuestros productos fuera, los vendemos en nuestras comunidades”. Una muestra evidente ha sido el incremento de la producción de los chocolates, que pensábamos solo posicionado en el mercado exterior. Pero en realidad lo vemos ahora de otra manera:  de las 80 tabletas de chocolates semanales que se producían, ahora se producen 200 semanales, han incrementado sus variedades, y ello gracias al empuje que tiene el saberse constructores de una marca familiar y, de paso, comprometer a toda la comunidad:
“El Paranapura consume chocolate orgánico y ahora es la población de Yurimaguas la que visita nuestra comunidad de San Luis, para poder comprar el chocolate y los aceites esenciales, y encargar algún mueble de buena madera”.  

Las mamás costureras han empezado a ofrecer el servicio de confección de uniformes, de ropita para los niños. Poco a poco se va gestando desde las familias la necesidad de poder emprender, lo que hace que en el río Paranapura el número de emprendimientos se hayan incrementado. Ahora las mujeres que iniciaron sus emprendimientos capacitan a jóvenes y, poco a poco, van creando una dinámica de auto subsistencia.
Esta estrategia de pasar al trabajo familiar y de fortalecerlo es el resultado de una crisis cuya magnitud no esperábamos. Mientras en los años 2017–2018 al Perú se le reconocía como un país ejemplo, referido en múltiples estudios[4], en la actualidad los informes nos colocan como un país en ALERTA ALTA frente a la inseguridad alimentaria. La anemia se ha incrementado, afectando a un 40% de la población, y el 80% del empleo es informal. Y a esta realidad hay que sumar una crisis política y una debilidad de las instituciones. Ante todo ello, la familia es la que tiene que afrontar la alimentación a través de su producción y sus iniciativas de emprendimiento. Aunque ciertamente esta salida no sea viable en las poblaciones urbanas y periurbana, sin embargo, en el ámbito rural aparece como una oportunidad, si se mira su diversidad y su capital humano.  
Así, se podría decir que la familia perdió protagonismo en los programas sociales por desarrollar un sentido comunitario, como una vía más directa al desarrollo. Sin embargo, ahora nos encontramos que hay que recuperar el rol que tiene de presidir el crecimiento individual y de hacerse cargo de las necesidades primarias. Entonces la familia se convierte en la base de la solidaridad, convirtiéndola en una organización que forma y da solidez al desarrollo.

Taller Verd és un projecte impulsat per la FEMUCOPA (Federación Multiétnica de Comunidades del Paranapura) i La Lliga dels Drets dels Pobles per a la capacitació de joves líders comunals com a emprenedors/es amb la finalitat de que tinguin propostes per al desenvolupament social i productiu de 40 comunitats ubicades a la conca del riu Paranapura, un tributari del Huallaga, afluent del riu Amazonas, departament de Loreto (Perú).
La població es reparteix entre l’ètnia Shawi (50 %) i la població mestissa o riberenca, que ha anat augmentant en les darreres dècades. Aquesta iniciativa s’ha anat transformant i per poder respondre a les necessitats reals de la població. Per aquesta raó, a partir de 2021 i 2022, les comunitats decideixen impulsar una estratègia que doni un èmfasi més gran al desenvolupament de la família. Compartim aquí les seves reflexions dins del context actual que viu el país.
 
[1] Exhortación apostólica ‘Christus vivit’ del Santo Padre Francisco a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios.
[2] Cocimiento de platas medicinales utilizadas para limpiar el organismo,
[3] FEMUCOPA : Federación Multiétnica de Comunidades del Paranapura
[4] Fundación GATES “historias a través de los datos” (2022)

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